lunes, 10 de noviembre de 2008

Filadelfia


Existe una teoría que dice que las primeras impresiones usualmente son las correctas y que hay que poner atención a la primera palabra que surge en la mente al observar algo por primera vez. En mi caso, la primera palabra que llegó a mi mente al volar sobre Filadelfia fue "colorida", impresión que corroboré una y otra vez.

Filadelfia es la ciudad más grande de Pennsylvania, y es donde inicia la historia de los Estados Unidos. Fue esta ciudad en donde Benjamin Franklin plasmó las primeras ideas de la Independencia de Estados Unidos y fue allí donde se construyó el primer y segundo Congreso Continental, donde se firmó el Acta. En Filadelfia empezó todo en lo que está basado el sistema estadounidense, y es allí donde nacieron las ideas más nacionales y solidarias de este país.

Es fascinante caminar por las calles del centro de Filadelfia y encontrarse con edificios que tienen 200 años, donde ocurrieron hechos realmente históricos para los Estados Unidos. Las calles toman otra vida cuando pasan los años, como si nos estuvieran contando su historia constantemente; como si en cada esquina se escondiera un viejo suspiro o un murmullo de palabras antiguas.

Entramos al área donde está la famosa Campana de la Libertad, rodeados de niños visitándola y aprendiendo de su historia. Vimos grabada en ella la frase "proclamar la libertad" y previo a visitarla pasamos un pasillo con homenajes a actos de libertad, como el acceso de las mujeres al voto en 1920. El espacio entero gritaba "libertad!" visualmente.

Luego caminamos por las calles del centro, donde una ciudad agitada nos daba la bienvenida. Personas en bicicleta, ejecutivos por las calles y turistas como nosotros, se mezclaban a diferentes pasos. Así fue como nos dirigimos a la terminal "Reading", que es uno de los edificios con estructura arquitectónica más antigua de los Estados Unidos.

El Mercado de la Terminal Reading en sí es increíble. Forma parte del Complejo de la Terminal que fue construida en 1889. Dentro del mercado, hay más de 80 puestos de abarrotes, verduras y cafeterías. No hay distinción entre los comensales, pues la diversidad es tan grande, como la ciudad misma. Dentro del mercado venden desde comida Italiana, hasta India, pasando por mexicana, china, japonesa, libanesa, tahilandesa y mucho más. Por supuesto, no podían faltar los famosos Cheese Steaks.

El Cheesesteak es un sandwich hecho con carne y queso derretido puesto en un pan largo. El que yo pedí, venía además con champiñones y pimiento, y estaba delicioso. A pesar de ser un mercado popular, me pareció fantástico ver a ejecutivos comiéndo cheesesteaks con saco y corbata al lado de familias y jóvenes saliendo de la universidad. Es una comida completamente local de la que todos los habitantes de Filadelfia están muy orgullosos.

La ventaja del centro de Filadelfia es que está bañada en cultura y diversidad, lo cual hace que los lugares tengan una mezcla de originalidad combinados con conocimiento e historia y la calle sur, o "South Street" no es la excepción. En esta calle, todos los edificios estaban "decorados" o pintados de algún tema específico, sin llegar a una saturación visual. Encontramos tiendas de libros y discos de vinyl, restaurantes, tiendas de ropa, ferreterías, tiendas de música, y cafeterías o espacios para compartir entre amigos o familia. La mayoría de los edificios y casas son muy antiguas y por estar hechas de ladrillo, contrastaban perfectamente con la decoración y la pintura de las fachadas.

El Museo de Arte de Filadelfia merece un post para él solo. Pero lamentablemente estaba cerrado cuando llegamos. De todas formas apreciamos la vista desde la escalinata y las esculturas de los Dioses Griegos hechas por el arquitecto Horace Trumbaurer. Por supuesto nos tomamos foto con la escultura de Rocky y corrimos las escalinatas celebrando nuestro "triunfo" siguiendo el compás en nuestra mente del tema de la película.

Hay muchísimo qué decir de Filadelfia, como su afán por el Hockey y el Baseball, su acento al pronunciar el inglés, o sus pizzas y sus bares. Es una ciudad llena de vida y de emociones, contrastando la historia de Estados Unidos con una sociedad cosmopolita. No caben las palabras para terminar de describirla, ni los días para terminar de recorrerla. Es otra ciudad más donde volvería sin pensarlo, y donde además puedo cruzar de estado a estado utilizando el viejo y conocido tren.

La experiencia de estar en Filadelfia no podría haber sido la misma sin la compañía del otoño. Al caminar por las calles, pasábamos por parques y plazas donde los anaranjados y amarillos nos saludaban desde los árboles. Las hojas esparcidas por los suelos, cual alfombra persa natural, el azul intenso del cielo y el sonido del viento hizo de esta experiencia algo inolvidable. Definitivamente Filadelfia es colorida, no sólo en su paisaje, sino en su arquitectura, su cultura y su gente.