martes, 26 de mayo de 2009

Los Monumentos (DC parte II)

A primera vista parece un parque lleno de árboles y vida silvestre; luego la vegetación se aparta y se ve el monumento a Abraham Lincoln de un lado y la punta del Capitolio al lado opuesto. La dimensión se pierde, pero en total son 1,000 acres.

Empezamos caminando hacia el Lincoln Memorial que se veía desde lejos como una especie de templo griego estilo dórico. Construido 60 años después de la muerte de Abraham Lincoln, el Lincoln Memorial hace realmente honor a este gran hombre.

La escultura fue realizada por Daniel Chester French, quien en un trozo de mármol logró plasmar la imponencia, autoridad y sabiduría de Abraham Lincoln. Se le ve sentado en una silla, cual rey en su trono, con el semblante pensativo y sereno, viendo siempre hacia el frente; la mano izquierda semi-cerrada, y el pie derecho adelante, casi como si fuera a incorporarse de un momento a otro para decir algo importante.

La escultura es de seis metros por seis metros y está puesta en un pedestal, lo que le dá más majestuosidad. Del lado derecho e izquierdo aparecen dos fragmentos de los dos discursos más importantes que dio Lincoln. Me pareció increíble cómo en dos escritos pudo Lincoln transmitir su preocupación por la esclavitud y sus ideales de libertad. Indudablemente merece tanto respeto y admiración, no sólo de los Estadounidenses, sino de todo aquel que avala por la justicia y la igualdad entre los seres humanos.

Caminamos rumbo oeste hacia el monumento a George Washington. Pasamos primero por la piscina reflectante que acoge a varias familias de patos, quienes aprovechan sus aguas para refrescarse del calor.

Luego, está el Memorial de la Segunda Guerra Mundial, que hace honor a todos los soldados Estadounidenses que lucharon en la segunda guerra. Está diseñada con 56 pilares en forma de semicírculo, en cada pilar una corona con los nombres de los 48 estados divididos en estados del Atlántico y Pacífico. En el centro una fuente circular con caídas de agua a todo el contorno.

Algo que me llamó muchísimo la atenció de este memorial fue la llamada "pared de la libertad" (freedom wall). Está cubierta con 4,048 estrellas de oro, representando cada estrella a cien soldados muertos durante la guerra. A cada lado de la pared hay dos caídas de agua con suficiente presión simulando el sonido de las batallas. Debajo de la pared una posa en silencio que simula la tranquilidad de la muerte y la tragedia de la guerra.

Anochecía cuando llegamos al Monumento a George Washington, y seguramente por eso el monumento parecía más solemne. Rodeado de banderas de estados unidos, el obelisco de 169 metros de altura se ha convertido en uno de los símbolos más importantes de Washington, DC. Hecho de granito, mármol y piedra arsénica este gran monumento se impone en el Mall Nacional haciendo homenaje al primer presidente estadounidense.

A pesar de no ser de Estados Unidos, nos dimos cuenta de lo que representan estos monumentos y de cómo los ideales estadounidenses de libertad y justicia fueron cuidadosamente pensados y elegidos por sus fundadores.

Caminábamos de regreso rodeados de grupos de estudiantes y turistas que visitaban el lugar, unos con mucho respeto y otros con mucha indiferencia. Mientras veíamos alejarse el monumento a Geroge Washington, pensábamos cuántas personas realmente entenderán el por qué de estos monumentos o el esfuerzo y visión de las personas que fundaron este país. Al mismo tiempo nos sentíamos dichosos de poder estar allí, y de lo que nos quedaba por delante en el resto del viaje.

Llegamos al metro con las imágenes todavía en la mente, y ansiosos nos preguntábamos qué íbamos a conocer mañana. Elegimos como destino siguiente los Museos del Instituto Smithsoniano. Teníamos un gran recorrido por delante, e intentamos abrir nuestra mente para absorber lo que venía. Sin embargo, a pesar de ver fotos y leer el contenido, nadie nos preparó para lo que venía: El Instituto Smithsoniano....

jueves, 14 de mayo de 2009

Washington DC parte 1


Washington, como muchos lugares, no se puede conocer en un par de días. Hay tanto qué ver y tantos lugares por recorrer que fácilmente puede una persona pasar meses sin llegar a visitar todos los rincones turísticos. Nosotros teníamos pendiente este viaje desde hace dos años y por fin lo concretamos.

Ésta a pesar de ser mi segunda visita, ha sido en la que más he conocido lugares y donde realmente me di cuenta de lo fascinate de esta ciudad. En mi primera visita, le dí un vistazo liviano y rápido, como hojeando un libro por primera vez, sin comprender realmente su contexto pero apreciando lo valioso de su contenido.

Nuestro recorrido empezó días antes, cuando compramos una guía turística leyendo y sumergiéndonos de antemano a donde íbamos a ir. Nos dimos cuenta de la dimensión de los lugares y de la intensidad de lo que íbamos a ver. Luego de leer y seleccionar los lugares a dónde ir, nos dimos cuenta que nuestras expectativas se resumían en tres palabras: El Mall Nacional, el Smithsonian y la Biblioteca del Congreso.

Sabíamos que esas tres palabras abarcaban demasiado y que íbamos a necesitar resumir más nuestro recorrido, pero a pesar de todo, creo que hicimoas lo posible por llenar nuestras expectativas, y como toda buena visita, las superamos.

En cuanto nos establecimos y dejamos las maletas, estábamos listos para empezar a caminar (preparados con botellas de agua y zapatos adecuados). Así nos dirigimos inmediatamente a ver los monumentos y homenajes a los grandes líderes y héroes Estadounidenses, es decir al Mall Nacional.