domingo, 6 de septiembre de 2009

Noche de mapaches

Una de las grandes ventajas del sector donde vivimos es la amplia variedad de animales y vegetación que hay alrededor. No es raro manejar por la noche y observar una familia de venados pastando tranquilamente. Tampoco es inusual ver armadillos, mapaches o zarigüeyas buscando comida a las 10 de la noche. Los animales, de alguna forma han aprendido a no sentirse "tan" amenazados por los humanos, y pueden estar relativamente tranquilos en su ambiente natural. Aunque, por supuesto muchas veces se ven animalitos atropellados diariamente.

Nosotros hemos tenido la dicha de ver mapaches casi todas las noches, pues varias familias han aprendido a encontrar comida en las bolsas de basura que se llevan al contenedor general en un área del complejo de apartamentos. Así es como hemos interactuado con ellos, que a pesar de parecer salvajes, tienen un toque de nobleza y curiosidad que les hace ser tiernos, por lo menos para nosotros.

Una vez decidimos observarles más de cerca y verificar su curiosidad. Nos sentamos relativamente lejos de ellos, y les llamamos la atención con comida. Inmediatamente se asomaron tres y olfatearon desde donde estaban. Casi todos eran mapaches jóvenes, y luego constatamos que el mapache adulto nos miraba cuidadosamente desde un árbol cercano.

Poco a poco se fueron acercando los más valientes a verificar que lo que les habíamos dejado en el suelo era comida. Cuidadosamente la palpaban con la mano, para luego acercárcela a la boca y comer con ansias. Los más dominantes se acercaban unos pasos a nosotros, y retrocedían a su lugar a comer. Los más tímidos esperaban y observaban el comportamiento de los demás mientras daban pasitos sigilosos a un lado y otro sin atreverse a acercarse todavía.

Luego de un rato, y de varias rondas de comida, los dos mapaches dominantes por fin se acercaron a olfatearnos (ha sido lo más cerca que he estado de un mapache). Nos veían con curiosidad, y palpaban nuestros zapatos y ropa. Después de eso, los demás mapaches se acercaron tranquilamente a comer, como si les hubieran dicho que estaban fuera de peligro. Estuvimos rodeados de 6 o 7 mapaches jóvenes, mientras comían tranquilamente. A unos pasos vimos una sombra de un mapache más grande que se acercaba desde atrás. El señor mapache había bajado del árbol a cuidar a los más chicos.

Él también buscaba comida pero se mostraba más desconfiado de nosotros que los jóvenes y le demoró más tiempo acercarse, mientras los demás le observaban detrás. Al distinguir que Sebastián llevaba la comida en una bolsa, empezó a jalonearla pidiendo más cantidad. La bolsa se iba vaciando, y todos comían con tranquilidad en orden de jerarquía. En cuanto el adulto se percató que ya no había más comida, les dio una reprimenda a los demás con un resoplido casi inaudito y todos se fueron inmediatamente. Luego de medio minuto, el adulto por fin se fue, cuidando que ninguno de los mapaches jóvenes se acercara.

Nos pareció increíble cómo se comportaron estos animalitos, obedeciendo y aprendiendo de los adultos. Su curiosidad es vasta, lo que seguramente les ha traído problemas y beneficios. Aprenden muy rápido y usan su agudo sentido del tacto para identificar los objetos. Para nosotros fue algo fantástco, pues nunca habíamos estado tan cerca de ellos.

Quizá otra noche podamos observarlos de nuevo y ésta vez nos tengan más confianza. Lo increíble es que estén allí, a unos pasos de nosotros, reciclando residuos orgánicos y animando el paisaje. Es indudable que hasta de los mapaches se puede aprender.