lunes, 24 de marzo de 2008

"Doña Ana María"

En el transcurso de nuestras vidas, existen personas que dejan huella, que nos marcan con recuerdos permanentes, dándonos ejemplos a seguir. Nos motivan e inspiran a ser mejores y a dar cada día algo nuevo al mundo. En mi lista de recuerdos tengo a varias personas de quienes he aprendido y que me han ayudado a ser quien soy. Una de ellas fue "Doña. Ana María de Mosquera". Escribo "Doña" porque así le decíamos en el Colegio. (aclaro que "Doña" se utiliza en Guatemala para indicar que es una persona respetable y que tiene un "rango" más alto que el de "señora")

Quizás porque siempre me ha gustado leer y porque Doña Ana María fue mi profesora de literatura es que le tengo un especial afecto. Me enseñó muchos géneros literarios, autores y biografías que yo nunca habría descubierto por mí misma. Me enseñó a leer libros con la pasión necesaria y a valorar el trabajo de grandes escritores como Cervantes, Goethe y Shakespeare. Pero lo que más recuerdo no son los libros que leímos, sino la forma como impartía sus clases y los consejos que nos daba.

En un colegio con muchas normas, ella se salía del cajón imponiendo su estilo en su manera de vestir, de peinarse y arreglarse. Nos enseñó que en la vida hay que ser uno mismo y que siempre hay lugar para ser mejor. Recuerdo que decía frases como: "En la vida por lo menos hay que hacer dos cosas: sembrar un árbol y escribir un libro"o "el Quijote es del tipo de libros que se deben de leer por lo menos dos veces, pues después de los 50 el Quijote ya no se lee, se disfruta".

Era del tipo de personas que vivió la vida al máximo, visitando varios países y tomándose el tiempo para conocer de la cultura y la vida de las personas. Su casa era un fiel ejemplo de su pasión por los viajes, con colecciones de máscaras y tambores de distintas partes del mundo. Me atrevería decir que su segunda pasión era la antropología, porque le encantaba conocer la realidad humana. Nunca temió a ser quien era, y su pasión por la lectura y por la vida fue transmitida a muchas alumnas quienes la recordamos, como yo de manera especial.

Recuerdo que en el último año de clases nos invitó a su casa, nos cocinó garbanzos e hicimos una larga sobremesa en su sala. Nos preguntaba sobre nuestro futuro como profesionales y nos seguía dando recomendaciones que recuerdo perfectamente. En mi mente, siguen sonando sus enseñanzas y consejos que hacen de su partida una especie de homenaje constante.

Doña Ana María fue una gran mujer, y una excelente maestra. Dejó atrás fieles admiradoras como quien escribe estas líneas, que la recordarán y aprenderán de ella aún después de su partida.

4 comentarios:

Petoulqui dijo...

Luis Fernando y yo tuvimos un profesor a quien nos dirigíamos como "Don Carlos", me parece que era un buen hombre, que en paz descanse. Así como Vd., siempre le voy a agradecer que de alguna manera me haya hecho interesarme en el conocimiento.

Entiendo muy bien lo que quiere expresar con este artículo.

mohervi dijo...

Así quisiera yo que me recordaran. Que bonito dejar huella de esa forma. Comparto un pensamiento que dice que las personas no mueren en tanto permanecen en el pensamiento de quienes les conocimos y quisimos. Ana María fue realmente única y la recordaremos con mucho afecto siempre.

Mohervi

lusifergua dijo...

Cuando la gente se pregunta por qué uno se decide a estudiar magisterio es difícil explicarles la razón, tú lo has hecho muy bien. Por otro lado, algunos de nosotros hemos tenido que descubrir la literatura por otros medios más empíricos, puesto que los encargados no se encargaron...

Haydee dijo...

Definitivamente, Doña Ana María era algo especial y creo que la mayor huella que dejó en mí, fue precisamente que hay que ser uno mismo, ella era una gran persona, una gran maestra y la recordaremos con mucho cariño, la llevaremos con nosotras siempre.