El domingo conversábamos de lo interesante que sería conocerlo, y hablábamos de cómo sería la aventura de viajar hasta allá. De repente nos decidimos: partiríamos el viernes.
Normalmente habríamos planeado este viaje con más antelación, haciendo un estudio preliminar de las áreas a visitar el lugar para acampar, incluso, investigando un poco sobre su historia y geología, pero no daba tiempo para tanto, así que trazamos un pequeño plan que intentaríamos cumplir fielmente:
- Salir de Houston el viernes por la tarde a las 12:30 pm.
- Llegar a
- Dormir en
- Partir después de desayuno al parque.
- Acampar en el parque el día sábado y domingo (o de no haber lugar, alojar en las cabañas dentro
- Partir hacia
- Llegar a Houston a las 7:00 pm, luego de 11 horas de manejo.
- Pasarla super bien y disfrutar
El plan estaba trazado, faltaban los detalles
En tres días tendríamos que empacar y verificar que no nos hiciera falta nada. Los días pasaban volando y a como podíamos íbamos llenando los últimos detalles. La idea era dejar todo listo el día jueves, para poder salir el viernes lo antes posible, y llegar a
El viernes llegó super rápido y el viaje empezaría pronto. Entre almorzar, empacar las últimas cosas y meter todo al auto se nos fueron 2 horas y salimos finalmente a las 2:15 pm. Esperábamos estar en
Con
El nuevo camino nos llevó a atravesar San Antonio, encontrándonos con el tráfico de salida a las 6pm. No tuvimos otra opción más que resignarnos y esperar. Este pequeño desvío nos costó una hora. Lo bueno fue que al salir de San Antonio y llegar a Kerrville nos dimos cuenta que la velocidad máxima aumentaba a 80millas por hora (130km/h) mientras durase el día, es decir en dos horas más. Aprovechamos la oportunidad para "correr" legalmente y no llegar tan atrasados a Fort Stockton.
El sol se ponía frente a nosotros, mientras lo observábamos esconderse y nos despedíamos de la alta velocidad disminuyendo ahora a 65 millas por hora (105 km/h). Jill nos indicaba que llegaríamos a Fort Stockton a las 11:15pm y el tiempo parecía estirarse. Ambos estábamos cansados y queríamos llegar pronto. De repente un vistazo al cielo nos llenó de emoción. Las estrellas brillaban como nunca. El cielo despejado y la falta de contaminación lumnínica dejaban ver estrellas que normalmente se esconden y la Vía Láctea que pocas veces hemos visto desde que estamos aquí. Pensamos por unos instantes detenernos en una zona de descanso para sacar los binoculares de alto alcance y observar ese cielo impresionante. Sin embargo, decidimos avanzar hacia el Hotel, con la esperanza de ver el cielo así de despejado al día siguiente en el parque.
Dos horas más tarde llegábamos a Fort Stockton y entrábamos al Hotel. Nos recibía un chico desvelado desde el mostrador, y nos invitaba a nuestra pieza. Al entrar nos encontramos con un cuarto espacioso, con el baño nítido y una cama firme que nos daba la bienvenida con los brazos abiertos y nosotros caímos rendidos ante tal panorama, quedando a merced de Morfeo hasta la madrugada siguiente, donde realmente empezaría la aventura.
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