El fin de semana pasado decidimos hacer un paseo corto al oeste de Houston, entre San Antonio y Austin: New Braunfels. Unos amigos nos invitaron a pasar el fin de semana allá y a terminar de disfrutar el verano que se empieza a despedir. Así fue como nos encontramos viajando el viernes por la noche en las rectilíneas carreteras Tejanas.
Partimos a las 8pm luego de empacar y pasar a la gasolinara a llenar el tanque, y comprar algunas cosillas para el viaje. Al final, llegamos a downtown Houston a las 9:30pm y nos quedaban todavía 170 millas por recorrer. Resultado: desvelo. A veces me pregunto por qué nuestros viajes suelen tener algún ingrediente de extremo y la respuesta siempre es la misma: nosotros somos extremos.
Manejar de noche es interesante, porque no hay tanto tráfico ni tanta gente apurada queriendo llegar a sus destinos, por el contario, la gente maneja con más precaución y nosotros no somos la excepción. Cuando llevábamos 100 millas (170km) recorridos decidimos cambiar el volante para que Sebastián durmiera mientras yo manejaba.
El trayecto fue muy tranquilo, pasaban camiones de ups y fedex, contenedores con productos, y SUVs o pickups. Yo manejaba en modo crucero poniendo atención a la velocidad máxima de 65millas/h (105 km/h). Luego de salir de Houston y sus autopistas, el trayecto es en línea recta y sin mayores complicaciones. Quizá de repente pasaba uno que otro pickup con luces altas que me quemaban la vista, pero luego la tranquilidad de nuevo.
Llegamos a las 12:30am al destino y encontramos a nuestros amigos jugando cartas como si fueran las 4 de la tarde. El tiempo se pasó "jugando" y nos fuimos a acostar prácticamente a las 3 am. Tomando en cuenta que dormíamos en casa ajena, y en un colchón inflable, dormimos bastante bien.
Al día siguiente era momento para ir al río. New Braunfels está aledaño al río Guadalupe, utilizado por años como medio de recreación. Es la "atracción del área" y gente de todas las regiones viaja (como nosotros) para hacer su respectivo paseo en el río.
El paseo no es en lancha o barco, ni mucho menos, es en tubos (o neumáticos) de hule que son transportados a la la velocidad de la corriente. Incluso se puede alquilar un par de tubos "extra" para ubicar perfectamente las hieleras respectivas con bebidas en lata (alcohólicas y no alcohólicas) para ir animando el camino y aminorando el calor.
Dependiendo de cuán río arriba se queiera viajar, cuál trayecto se escoja o cuántas horas se esté dispuesto a "flotar" en el río, hay distintas tarifas. Nosotros escogimos la de 4 horas. Minutos después viajábamos río arriba en un pickup que nos transportaba a nosotros y nuestros neumáticos hacia un punto específico del río y así empezó la aventura.
A pesar del calor de verano, el río mantiene una temperatura templada, que al tacto parece fría pero una vez estando a flote, es sumamente refrescante. La corriente es constante y de repente hay algunas corrientes rápidas que hacen el viaje placentero y divertido. La compañía también hizo la diferencia, pues con pistolas de agua, cerveza y sombreros tejanos no podía ir mejor. Flotábamos de un lado a otro en ese enorme río de aguas verdes, llevados por la corriente y acompañados de la naturaleza, pájaros y por supuesto, las demás personas que flotaban haciendo el mismo paseo que nosotros.
Al final el trayecto se hizo corto y agradable, y por supuesto quedamos con ganas de volver. Es un paseo natural y seguro que se puede aprovechar perfectamente. Quizá el próximo año repitamos la historia.
2 comentarios:
q lindo vos. A poco no te recuerda al río de Xocomil?? jaja sólo que en natural y grande.
Que bueno que conozcan otros lugares y no hagan como unos amigos q tengo en California, que ni siquiera su propia ciudad conocen bien.
Saludos!!!
Que bonito Anabe, tan sencillo como la naturaleza, tan relajante me imagino...que rico! Abrazos. Ale.
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