Hace dos semanas Sebastián partió a Chile por doce días, y no pude acompañarle. Ambos estuvimos solos este período y comprobamos nuevamente el fenómeno de hacernos falta.
Es increíble cómo nos hemos acostumbrado tanto el uno al otro, que cuando uno de los dos no está, el mundo parece distinto completamente. Lo increíble fue darnos cuenta que los dos percibimos la misma sensación de estar incompletos.
En mi caso me quedé en el apartamento sola y me di cuenta lo grande que es. Las cosas más sencillas como cocinar, ver tele, navegar por internet tenían otro color y otro sabor. A pesar de vivir en una época llena de comunicación, la falta siempre se siente. No es lo mismo ir al supermercado y comprar para una persona que para dos, o para más. Los eventos cotidianos y triviales no tienen la misma sensasión, incluso después de comentarlos por skype horas después. Las rutinas diarias se rompieron completamente, dejando una rutina a medias, como una sinfonía de una sóla nota.
El fenómeno de "la falta" lo sentimos ambos por un período corto y aún conversando todos los días, fue increíble la manera en que llegamos a extrañarnos. Por supuesto, llegaron las reflexiones de lo fantástico que es estar juntos, lo doloroso que sería separarnos y de cómo cuántas personas pasan diariamente por dolorosas y súbitas separaciones.
Realmente creo que etapas como la nuestra de "faltas momentáneas", sirven para revalorarse y verse en el día a día como algo esencial y vital. Quizá llegue otra oportunidad donde estaremos de nuevo separados por períodos cortos, pero después de este viaje ambos nos propusimos hacer lo posible por viajar juntos y minimizar esos períodos de falta. Mientras tanto, estamos aprovechando de estos preciados momentos de "presencia" llenándolos de agradables futuros recuerdos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario