El fin de semana lo pasamos en Leoben, conociendo la ciudad, cenando en casa con los amigos de Nico y Berni y probando distintos sabores en cuanto a comida y bebidas. No podíamos salir de la región, pues temíamos estar fuera cuando llegaran a devolvernos el equipaje. Igual, cada día llamábamos sin esperanzas a las aerolíneas respectivas responsables de nuestro vuelo.
En Continental Airlines nos atendió un señor con acento mexicano, no muy amable que se rehusaba a buscar información de nuestras maletas ya que la última conexión la habíamos hecho vía "Austrian Airlines". Al portarnos tan pesados como él, accedió a buscar información y decirnos que "no tenía idea dónde estaban las maletas", que llamáramos más tarde.
Al llamar más tarde nos atendió una chica (también de acento mexicano) que confundía "Austria" con "Australia" y nos decía que Continental no tenía nada qué ver en el extravío de las maletas. Nos decía que Continental Airlines no era la responsable de encontrarlas y que llamáramos a Austrian Airlines o Air France...
Cuando llamamos a Air France, nos atendió un señor en medio de disculpas y amabilidad (contrario al estigma Francés) diciéndonos más información pero sin ser concreto. Lo único que él sabía era que las maletas estaban en París. La tormenta de nieve les hizo llevarlas a otro lugar y "pronto" nos llamarían de Austrian Airlines para avisarnos que llegarían a nuestro destino, y de nuevo se desvivía en disculpas.
Cada día llamábamos a Austrian Airlines preguntando por las maletas. Realmente fueron las persnas más amables de todas las aerolíneas. Incluso sugirieron que como no aparecían las maletas, nos relajáramos y tomáramos Glühwein en el mercado navideño. Nos ofrecieron 100% de reembolso en cosas de primera necesidad, y 50% en la ropa que compráramos. Nos aseguraron que nos llamarían en cuanto supieran algo, pues las maletas las estaban clasificando una a una manualmente.
Así que día a día cuando sonaba el teléfono, todos decíamos: "por favor que sea la aerolínea, que sea la aerolínea, que sea la aerolínea". En vano esperamos el fin de semana. Y tuvimos que comprar ropa de emergencia para pasar el frío y poder cambiarnos de ropa.
Por fin, el lunes por la noche llegó la llamada esperada. Las maletas las enviaban de Vienna a Graz y llegarían a Leoben en 1 hora y media. Contentísimos y entusiasmados llegamos a la casa, a esperar al taxi que llegaba con nuestro equipaje. Cuando sonó el timbre fue el sonido más esperado de todo el tiempo. Como no se acostumbra a dar propina, le llevamos un chocolate al conductor como agradecimiento, y por supuesto Nicolás traducía nuestras palabras agradeciendo la llegada de nuestras maletas.
Por fin podíamos cambiarnos de ropa, usar la ropa que habíamos comprado para resistir la nieve, para sobrellevar el frío sin usar la misma ropa una y otra vez. Pero lo más importante: por fin podíamos planear qué hacer con el resto del viaje. Ahora podíamos planear hacia adelante y decidir si salir del país o recorrer las ciudades más importantes de Austria.
Los regalos de navidad que habíamos comprado llegaban intactos, luego de desempacar y darnos cuenta que todo estaba completo, nos envolvió una tranquilidad increíble. Quizá fue que nos empezábamos a acostumbrar al horario, o la seguridad de saber que nuestras cosas llegaban bien, pero fue la primera vez que ambos dormíamos tranquilamente.
Al día siguiente, planeamos un viaje rumbo a Graz y nos preparábamos para la época navideña.
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