Ahora sentada en el Aeropuerto Internacional de Houston, todo parece mentira. El viaje a Austria se concretó finalmente. Parece que hace unas horas atrás nos decidíamos a comprar los pasajes. Todo pasó tan rápido. Ni siquiera nos dio tiempo a prepararnos, a investigar, a hacer un recorrido, un panorama: nada. Nos aventuramos completamente.
Por supuesto Nico el hermano de Sebas, nos había invitado varias veces y aprovechando su estadía en Austria, decidimos comprar los pasajes. Luego de eso, semanas de intenso trabajo nos bombardeaban impidiéndonos pensar, emocionarnos y disfrutar la preparación para el viaje. Vinieron y fueron noches de desvelo constantes, acompañados de dolores de espalda, resfríos, alergias, e inicio de síndrome de túnel carpeano. Al final estábamos deseando con ansias este descanso.
Hicimos las maletas a última hora, pero consideramos todos los escenarios de frío posibes. Incluso, compramos botas de nieve y pantalones térmicos, pues nos preparábamos para temperaturas por debajo de cero grados celcius. Planeamos llegar al aeropuerto temprano, para evitar contratiempos. Dos horas antes de la hora de embarque entrábanmos al área internacional y nos dirigimos a nuestra puerta.
Después de dos horas de espera, anunciaban que el vuelo iba a llegar con retraso. En vez de salir a las 3:25 iba a salir a las 4:30. Hicimos la cuenta y llegamos a la conclusión que nos daba tiempo de hacer la conexión en París. Luego, anunciaban que el vuelo salía a las 5:30... Ahora, dicen que el vuelo sale a las 6pm.
Mientras esperamos a que nos llamen, nos preguntamos, ¿Iremos a llegar con suficiente tiempo a París para pasar por aduana y hacer la conexión? Ya lo veremos...
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