lunes, 20 de julio de 2009

entre enfermos y pastillas

El jueves pasado acompañé a Sebas a la operación de las cuatro muelas cordales (terceras molares o muelas del juicio). El procedimiento duró aproximadamente una hora y media, y el cirujano maxilofacial optó por hacer la operación con anestesia general, algo que creímos que no era común, pero aparentemente aquí en Texas es de todos los días.

Uno de los pasos previos a la operación fue firmar un documento legal de exención de responsabilidad si algo ocurría. Este "algo" podría ser: "daño irreparable al nervio, "problemas con anestesia", "pérdida de sensibilidad", "infecciones severas", "daño a la mandíbula", "problemas irreversibles al masticar", etc. Realmente lo decía todo excepto muerte, que legalmente no pueden poner. Lo increíble es que Sebas tenía que firmar, es decir, si no firmaba la operación simplemente no existía, así que resignado y bastante (y cómo no?) asustado firmó el documento. Yo iba a firmar de testigo, pero lo hizo la secretaria del establecimiento.

Luego, salí a la sala de espera y él entró a la operación. Según cuenta, no sintió nada hasta que lo llevamos entre una enfermera y yo, al carro. La operación (gracias a Dios) fue un éxito, y lograron removerle las cuatro cordales sin ningún problema, aún la que estaba impactada contra el nervio que era la más riesgosa. El doctor me llamó luego de la operacón para contarme un bosquejo algo escueto de lo que habían hecho. Me explicó los medicamentos y la dieta que Sebas debía de seguir durante los siguientes días, y me dio la mano. En tres minutos me había "explicado" la operación, la dieta y las prescripciones. Nuevamente percibí esa sensación de impersonalidad que caracteriza a los profesionales de salud en este país.

Sebas salía sonriente y mareado del establecimiento, mientras una enfermera le asistía, dándome al mismo tiempo la lista de medicamentos prescritos. Nos fuimos directo a la farmacia. El doctor recomendaba analgésico (una pastilla cada cuatro o seis horas), antiinflamatorio (en conjunto con el analgésico), anti-náusea (por ser uno de los efectos secundarios del analgésico), antibiótico (una pastilla tres veces al día) y un enjuague bucal a base de clorhexidina (prescrito, por supuesto). En la farmacia también compramos una bolsa de hielo, jugo, y sopas para la dieta. La recuperación apenas empezaba.

El día pasó rápido, y el dolor aún no aparecía, aunque la hinchazón era evidente. Agradecimos la compra de las bolsas de hielo, pues aliviaba la hinchazón y la incomodidad. Almorzamos una sopa liviana de verduras y por la noche más sopa liviana y gelatina. Al día siguiente, el dolor todavía no era lo "suficiente" como para convencer a sebas que trabajara desde la casa, y se fue al trabajo, cual soldado de batalla, sin pensar en su reposo ni su dolor, obedeciendo la responsabilidad.

Pasado el medio día apareció en la casa un Sebi cansado, y con dolor punzante, decidido a trabajar desde la casa, pero tomando el analgésico prescrito: hidrocodona. Aquí en Estados Unidos, la hidrocodona es un analgésico fuerte, únicamente administrado con receta médica, y que ha estado "de moda" gracias a sus efectos eufóricos y estimulantes. La curiosidad por saber cómo iba a irle a Sebas con este analgésico nos llevó a observar sus efectos cuidadosamente, como si estuviera en un laboratorio de investigación.

El alivio fue inmediato, casi. El dolor desapareció y llegó la calma, que le ayudó a realizar las llamadas respectivas del trabajo sin la presión ni el estress que normalmente acompañaría. De allí, nada más... ni euforia, ni sensación de desprendimiento, ni sueño: nada. Cuatro horas más tarde, picazón en todo el cuerpo y por último hipo. Supimos que el medicamento había de dejado hacer efecto cuando el dolor empezaba de nuevo. Las pastillas cumplieron perfectamente el objetivo principal (evitar el dolor) pero no hacían mérito a tantos rumores de sobredosis de hidrocodona o de su uso como droga "recreacional".

Así fue avanzando la recuperación, entre antibióticos, sopas, gelatinas e hidrocodona. La hinchazón fue casi de un sólo lado, y el dolor, gracias al famoso analgésico ha aparecido por lapsos momentáneos. Tengo que admitir que al principio me mantenía reacia a utilizar tanta pastilla, pero aparentemente los resultados han sido favorables. Quizá por eso su mal uso... Quizá si Sebas no estuviera con dolor sentiría esa "euforia" de la que se habla.. no lo sabemos (ni lo sabremos). Lo que es cierto es que la recuperación es mejor estando en casa, con buena compañía, buena sopa y buenas pastillas :)

1 comentario:

mohervi dijo...

Gracias por compartir tus experiencias, me encanta leerlas, siento que estás enfrente de mi contándonos como fue todo. Ojalá tengas tiempo para escribir siempre. Es algo que todos deberíamos practicar, pero por mi parte, me cuesta apartar esos minutos para compartir.

Abrazote de osote