lunes, 13 de julio de 2009

recuerdos de Guate

Hace dos semanas visité de nuevo Guate y una mezcla de recuerdos, nostalgia y emoción me invaden cada vez que estoy de vuelta. Es indiscutible el hecho que me gusta estar de nuevo en mi país, visitar a mi familia, a mis amigos y los viejos lugares que me acogieron por tantos años.

Esta vez intenté dejar atrás pensamientos negativos sobre la violencia, la ignorancia y la pobreza que llenan la mente de cada guatemalteco que habla sobre el país. Intenté dedicarme a admirar lo bonito y positivo.

Así fue como me percaté de cómo han crecido los árboles desde la última vez que llegué, en pequeños fragmentos de tierra, agradecidos del sol y la lluvia, algunas veces cubiertos de flores de distintos colores. Me encantó despertarme con el canto de los pájaros y acostarme con el murmullo de los grillos. Aproveché la ocasión para observar los volcanes al atardecer, mientras degustaba una deliciosa taza de café recién molido.

Una de las cosas que más me llamó la atención es darme cuenta (de nuevo) de la constante amabilidad de la gente, la sonrisa y el contacto visual que caracteriza a los chapines. Un día, un guardia de seguridad me dijo: "disculpe la molestia, fíjese que las personas que vienen a este restaurante, normalmente se estacionan en el estacionamiento de enfrente. Sería usted tan amable de mover su vehículo hacia allá, si me hace el favor?" Una oración tan grande para indicar una operación tan pequeña. Quizá en otros lugares me hubieran dicho "aquí es prohibido estacionar, muévase!" Yo lo encontré fantástico. La gente sonríe y es amable en todo momento.

Guatemala sigue teniendo un potencial magnífico. Está ubicado en un lugar privilegiado y tiene el clima ideal. Ni frío ni calor, ni viento helado seco, ni humedad calurosa asfixiante. Es el balance perfecto entre lo agradable y lo reconfortante. Hay suficientes recursos naturales para sobrevivir con energía eólica, solar o geotérmica, y suficiente suelo para hacer un país forestal o agricultor.

Es cierto que a veces da tristeza y hasta vergüenza darse cuenta de la corrupción, la violencia y la impunidad, y quizá yo hice oídos sordos de quienes me decían que en Guatemala ya no se puede vivir tranquilamente. Al contrario, yo pasé los días tranquila, me sentí segura en la calle y e intenté disfrutar de cada sonrisa y cada gesto de los chapines.

Tal vez porque mis recuerdos están llenos de reuniones familiares y amistosas, rodeada de sabores típicos y olores peculiares que disfruté tanto estar allá. Quizá haya sido el hecho de saber que la visita iba a durar unos cuantos días, o quizá haya sido una mezcla de buenas noticias, buena comida y buena compañía. Sea como fuere, ir a Guate me llena de recuerdos y me sumerge en un ambiente conocido y acogedor.

1 comentario:

Luisa F.S.C. dijo...

la próxima vez que vengas, hay nos avisas con tiempo para programar un chapin party al mejor estilo feria de jocotenango!!
Que bueno fue verte y hablar con vos.
Abrazo.