lunes, 15 de junio de 2009

cenando a lo etiopiano (DC parte V)

Luego de la impresionante visita al museo del aire y el espacio, decidimos salir a cenar a algún lugar interesante, distinto, que nos llenara de recuerdos y marcara una anécdota más en nuestra lista. Creo que no pudimos haber escogido mejor cuando decidimos ir hacia Georgetown.

Georgetown, merece un post por sí solo, siendo una de los primeros vecindarios construidos luego de la fundación de la ciudad. En medio de de casas antiguas y edificios históricos está mezclada una vida cosmopolita llena de restaurantes del mundo y tiendas de ropa, haciendo un contraste perfecto para cualquier sibarita amante de la historia, y atrayendo constantemente comensales y turistas que visitan el lugar.

Nosotros, caminamos de un lado a otro conociendo y observando la belleza del lugar. Tiene su encanto ver una casa construida en 1790 luego de la fundación de la ciudad. Pasamos por el antiguo mercado y la antigua oficina de correos, que los tienen aún conservados siguiendo su estilo y función original.

Como la noche avanzaba decidimos buscar un restaurante distinto y rico donde cenar. Así fue como luego de descartar dos restaurantes por lo llenos o convencionales, nos dirigimos a Zed's, un restaurante etiopiano.

Al entrar nos llamó la atención el número de personajes conocidos que han visitado este restaurante. En la entrada están fotos de Hillay Clinton, Mike Tyson, George and Barbara Bush, John Malcovich, Clint Eastwood y muchos más. Las fotos hicieron que entráramos con gusto, pensando que el lugar iba a ser increíble. Al entrar nos dimos cuenta que era un lugar pequeño, pero elegante. Decorado entre mantelería fina y candelabros antiguos. Nos atendió una mesera amable, quien preguntaba si deseábamos agua embotellada (italiana) mientras hojeábamos el menú.

No sabíamos qué siginificaban los platos, y todo parecía extraño, así que nos lanzamos a la aventura pidiendo un plato que incluía muestra de cada una de las especialidades con carne o pollo. Cuando nos lo llevaron nos dimos cuenta que no era nada de lo que nos esperábamos. El plato, grande, blanco que cubría la mitad de la mesa y dentro varias cucharadas de carne o pollo en trocitos con distintas salsas de colores en tonos cafés y verdes. No nos llevaron cubiertos, sino un "pan" etiopiano, que es una especie de panqueque fino hecho a base de harina y leche agria.

La combinación de sabores es algo que no puedo describir sin que se me revuelva el estómago. Los condimentos son demasiado fuertes, al primer bocado llegó una mezcla de especias indefinibles pero con un sabor pungente y para mí, desagradable. Entre los olores y sabores pude identificar chile, gengibre, clavo de olor, pimienta gorda, pimienta, comino y lo que más me pareció inapetente fue la mezcla de todo esto con el cardamomo.

Yo pasaba cada bocado con el agua mineral italiana que nos pusieron en la mesa, dando gracias por haber sido mineral carbonatada, pues lavaba el sabor con cada trago. Mientras tanto, Sebastián hacía el intento de mentalizarse y decir que no estaba tan mal. Me decía, "prueba éste Nabi que no está tan fuerte". Yo batallaba para comer, y quería intentar degustar los platos, pero me fue imposible. Sebastián por el contrario, no quería desperdiciar el plato y comía.

Después de haber comido lo suficiente, decidimos pedir la cuenta. La mesera llegó ofreciendo postre, que por supuesto declinamos y momentos después pagábamos la cena más extraña y desagradable (por lo menos para mí) que habíamos probado. Al salir pensábamos cuánto habríamos comido con lo que pagamos: una paella española y sangría, un asado argentino, una pasta italiana, un plato de mariscos, en fin.. muchos platos conocidos y ricos.

El dolor de estómago fue inevitable, y ambos dormimos fatal esa noche. Levantarse temprano al día siguiente para seguir recorriendo Washington ya no era una opción. Nos imaginamos una rica ensalada y jugos naturales al día siguiente y mientras nos preparábamos a dormir nos reíamos de nuestras aventuras, que por supuesto son dignas de ser contadas aquí. Definitivamente cumplimos el objetivo de comer algo distinto, pero esta vez quizá se nos pasó la mano.

1 comentario:

Luisa F.S.C. dijo...

Cuando empecé a leer este post, ya me imaginaba que en mi próximo viaje a USA, iba a buscar un restaurante Etiopiano jajaja.
Esa precisamente es la aventura gastronómica: nadie puede decir NO me gusta sin haberlo probado.
jejeje que lo siento por ustedes y a veces el viejo dicho de: más vale viejo conocido que nuevo por conocer, se vuelve muy cierto.
De igual forma, mi espíritu de aventurera gastronómica no se vió mermado al final de éste post, y como el gusto por la comida es tan subjetiva como la belleza... creo que probaré con mis propias papilas. Hay te contaré como me fue.