martes, 11 de octubre de 2011

Visitando Guatemala

Llegué a Guatemala luego de 16 meses de ausencia. Lamentablemente el tiempo siempre es corto. Cada vez que llego me quedo con ganas de hacer muchas cosas; visitar más lugares, más personas, pero apenas da tiempo de organizarse. No sé cómo hay personas que pueden pasar años sin volver a su país natal. A mí me costó mucho estar tanto tiempo sin ver a mi familia, a mis amigos, sin conocer a nuestros dos sobrinos, por suerte solo fueron 16 meses.

Encontré a la ciudad más verde, con árboles más altos, más tráfico y más casas en construcción. La gente siempre sonriente y amable. El clima mucho más frío que Houston, pero agradable, lleno de vegetación y vida. El ambiente acogedor de Guatemala es inigualable y envidiable. Siempre me parece curioso cómo todos se saludan al entrar a un elevador, una tienda de barrio o incluso en la calle, como si fueran amigos de toda la vida. Los buenos modales y la cortesía son parte de esa identidad Guatemalteca de la que me enorgullezco siempre. Es muy común estar en una cafetería pequeña y que quien sale diga “buen provecho” a los comensales que siguen dentro, de hecho se ve mal si alguien no lo hace al salir. Hacer colas en los trámites bancarios o demás entidades puede no ser aburrido, pues siempre hay alguien dispuesto a contar su vida. Yo me encontré a una señora en la cola de la Embajada. No recuerdo su nombre, pero me contó que trabajaba en el Hospital Roosevelt, que tenía 4 hijos y que tres de sus hermanas estaban en Los Ángeles. Me contó de la situación de carestía en el Hospital, de las huelgas de los trabajadores, el buen trato a los pacientes, de las prestaciones laborales y de los candidatos políticos. Estuvimos conversando hasta que llegó la entrevista. Lo encontré fantástico, pues alrededor mío todos hacían lo mismo: conversaban con extraños como si fueran buenos amigos, situación normal en Guatemala pero extraña en otros países.

Guatemala es un país de completa diversidad y ese contraste de culturas lo hace rico en muchos aspectos, a mí el que más me gusta es la diversidad gastronómica. Siempre tengo la suerte de tener familia y amigos que me consienten cuando llego, preparándome platos especiales y deliciosos. En Houston aunque sean los mismos ingredientes, los sabores son distintos, no sé por qué. La frescura y sabor de cada plato es inigualable. Por eso cuesta explicar estando fuera que se extraña la comida, porque no es un solo plato, es el sabor en general.

Me encanta llegar a Guatemala y darme cuenta de lo maravillosa que es su gente. Veo alrededor y compruebo que la mayoría es gente trabajadora que hace lo que puede por salir adelante. Por eso siempre me entristezco de leer las noticias o de escuchar de todos que la situación ha empeorado. También llegué a encontrar a una Guatemala con mucho miedo. En general todos reconocen que Guatemala es un país con mucha violencia y viven pendientes de las noticias en los periódicos o en las reuniones. Creo que son pocas las reuniones donde no se hable de la inseguridad, lo cual sigue alimentando el miedo. Es extraño cómo todos dicen que siguen robando celulares, pero a la misma vez la gente sigue comprando celulares robados (lo cual genera más demanda para robarlos).

Por mi parte, intenté lo más posible disfrutar al máximo; disfrutar estar en familia, compartir con los amigos, disfrutar del clima y la comida. Intenté darme cuenta que es un país lleno de vida y con muchísimo potencial, viendo siempre el vaso medio lleno.
Espero pronto poder volver pronto y ésta vez acompañada de Sebastián que me hizo muchísima falta. Visitar a la familia es muy importante, ya sea en Chile o en Guate, por eso es necesario hacerlo más seguido.

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