lunes, 2 de junio de 2008

Acampando (III): Padre Island

La tarde llegaba a su fin y en unas pocas horas iba a oscurecer. Decidimos tomar las bicicletas y recorrer un poco la isla disfrutando del paisaje y las aves.

Gracias a las corrientes del Golfo de México, Padre Island se caracteriza por llevar a sus orillas objetos interesantes y valiosos. Incluso varias personas han encontrado monedas antiguas o restos de barcos, hasta objetos como televisores y radios, o restos de ropa y cosas así. De hecho por eso no es permitido llevar detectores de metales, ni quedarse con objetos "valiosos" encontrados en la orilla. Nosotros, por un momento nos volvimos una especie de piratas que veían cuidadosamente las orillas en busca de objetos extraños.


Lo primero que vimos fue una carabela portuguesa (Portuguese man o'war) que agonizaba en la orilla y optamos por salvarla regresándola al mar.










Recorriendo la isla encontramos cascos de seguridad, partes de plataformas petroleras, un fragmento de una linterna profesional, una puerta de barco, varias conchas y caparazones de cangrejos y tortugas. Al avanzar más a fondo divisamos un camino que la curiosidad nos llevó a recorrerlo. Cuando nos detuvimos a leer un letrero decía: BNP Petroleum Corporation South Sprint Gas Unit. Lo primero que pensamos fue: la industria petrolera compró parte del Parque Nacional! Pero después comprobamos que estábamos equivocados, fue al revés. Primero construyeron esa estación de gas natural y muchos años después BNP donó gran parte de su terreno para que Padre Island se convirtiera en Parque Nacional.

Estábamos finalizando nuestro recorrido (porque empezaba a oscurecer) y al volver decidimos por fin armar la carpa y cenar calentando la comida en nuestra estufa portátil (utilizando el alcohol destilado que compramos previamente). Después de luchar contra el viento, utilizar varios métodos para encender, cambiar de metanol a alcohol isopropílico al darnos cuenta de la ineficiencia del metanol, por fin logramos encender un fuego constante, en el que calentamos una sopa y la tomamos con sabor a triunfo.

El cielo estaba brumoso y nublado. Soplaba un viento fuerte con sal y arena que nos dejaba una sensación de suciedad y humedad en todo el cuerpo. Aunque el cielo hubiera estado despejado, no habríamos sacado el telescopio por temor a que se nos arruinaran los espejos y se nos oxidara.
Estuvimos un rato conversando en la oscuridad, iluminados sólo por la luz del vecino que tenía generador. Poco a poco el cansancio se apoderó de nosotros. Nos esperaba una carpa y unos sacos de dormir donde íbamos a descansar plácidamente hasta el día siguiente. Craso error.

Si afuera de la carpa había humedad, adentro era peor. Hicimos todo lo posible por no entrar con arena, pero fue inútil (aunque lo logramos en gran parte). La sal y arena eran finísimas, lo que incomodaba dormir, la humedad seguía aumentando y los pickups o jeeps vecinos decidían recorrer desde las 10 de la noche los caminos con su doble tracción y sus luces deslumbrantes. El resultado fue fatal, ni Sebas ni yo logramos dormir más de 3 horas. La incomodidad, la sal, el calor, la humedad y la sensación que un pickup gigantesco iba a pasar por nuestra carpa nos lo impidió.

Al día siguiente Sebastián me propuso salir de la isla y manejar hacia el Este de Texas. Yo accedí inmediatamente, porque estaba pensando lo mismo. Nos levantamos después de lo decidido y sin titubear empacamos lo que teníamos. Dimos una vuelta al centro de visitantes para ducharnos y salimos casi huyendo de la Isla.

Sin rumbo fijo, con mapa en mano y una revista sobre parques estatales, salimos hacia el Este, en busca de un lugar menos húmedo y más amigable para acampar. Volvíamos de nuevo a la aventura, esta vez sin saber dónde íbamos a pasar la noche.

(cont..)

1 comentario:

Petoulqui dijo...

Incertidumbre. Nos deja con la sensación de querer saber más...