miércoles, 4 de abril de 2007

Delta Boeing 767

Recuerdo perfectamente la primera vez que me subí a un avión. Tenía cinco años y viajaba a México (Guadalajara, Jalisco) a visitar a mis tíos. La azafata estaba vestida con tonos anaranjados y café. Se portó muy amable, me llevó una hoja para pintar, unos crayones y unos dulces. Me gustó ver las nubes tan cerca, con forma de algodón y la textura de las bandejas de comida.

Es increíble cuánto tiempo ha pasado desde entonces y todavía me fijo en detalles como esos. Ahora he cambiado el algodón de las nubes por observar, según la altura, los cúmulos, y nimbos que existen. He cambiado los crayones por un libro o una película y las azafatas han ido cambiando su vestimenta tanto como el tipo de comida del avión.

El vuelo que tomamos desde Atlanta hasta Santiago fue increíble. Un vuelo en un Boeing 767 400E (más de algo se aprende al estar casada con el Seba).... El avión tiene asientos de cuero bastante reclinables y cada asiento tiene su propia pantalla, la cual muestra un completo menú con películas recientes, series de televisión, juegos, conciertos y música. Todo para "personalizar" el vuelo de cada pasajero.

Nos pasaron una hoja escrita en español e inglés con el menú a escoger, nos dieron viseras para dormir y tapones de oídos, junto con los audífonos, una frazada y una almohada. Eso, viajando en la sección económica... ya me imagino cómo será la primera clase. Las azafatas incluso están más arregladas, visten pantalones negros con chaquetas largas y un símbolo pequeño de Delta en un costado. La comida es mucho mejor que en otras aerolíneas. Añaden un vaso de agua, galletas de soda con algún queso rico y los platos son un poco más elaborados.

Me sorprendió la atención y la diferencia de servicio. En muchas otras aerolíneas están optando por vender la comida y los audífonos para ahorrar costos. La calidad de los servicios ha ido decreciendo poco a poco... y es reconfortante encontrarse con vuelos así.

Llegamos a Santiago en 9 horas, pero de alguna forma el viaje se hizo más corto, quizá fue la emoción del viaje, o simplemente el cansancio, igual no voy a dejar de abrir la posibilidad que el vuelo también tuvo que ver con ello.

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